domingo, 9 de junio de 2013

Concierto para instrumentos desafinados (Juan Antonio Vallejo-Nájera)


Plasmaremos a continuación algunas frases y párrafos del brillante libro titulado Concierto para instrumentos desafinados (1997) escrito por el doctor Juan Antonio Vallejo-Nájera. Se trata de un libro en el que se reúnen diversos relatos de fácil y amena lectura y en el que se ofrece un punto de vista humanizado del mundo de las enfermedades mentales, “un canto esperanzador a la dignidad humana”:

“Las enfermedades psíquicas pueden deteriorar la mente dejando intacto el corazón. Hay locos generosos y otros mezquinos, abnegados, vengativos, sensibles violentos, sufridos, despiadados. Todas las variantes de la bondad y malicia humanas, vestidas con el multicolor ropaje de la locura.”

“Al fin un arranque aparentemente trivial, de los que pasan inadvertidos en la tierra, pero que retumban en las bóvedas del cielo como el tronar de mil cañones: Faustino regala a Luisito el mango del paraguas” (uno de los dos únicos objetos preciados para Faustino, que le apasiona y al que contempla con placer indescriptible). 

 “Algunos enfermos logran que sus categorías sociales imaginarias se respeten por los demás, al menos en términos generales. […] En general sorprende lo bien que los pacientes aceptan las pretensiones ilusorias de los demás. Deberíamos tomar ejemplo.”

“Como en tantos casos similares, enfermo y médico tropezamos con la familia, que no creyendo en la mejoría se negaba a aceptarle en la casa, casa que era suya y disfrutaban ellos. Don Servando estaba legalmente “incapacitado para administrar su persona y sus bienes”. 
La “incapacitación” de un enfermo mental se hace, teóricamente, sólo para su beneficio. […] El problema está en que queda en manos del consejo de tutela que nombra el juez, y que […] suele estar constituido por los parientes más próximos. […] El mejor indicio del afecto o despego de una familia, es la frecuencia de las visitas, el deseo de sacar al paciente, tenerle unos días en casa, preocupación por su bienestar y satisfacciones.”

“Resulta impresionante cómo los criterios sociales deciden el comportamiento de los enfermos delirantes.”

“Un psiquiatra jamás puede juzgar a sus enfermos. Tenemos que aceptarles como son. Ayudar, sin ningún tipo de rechazo; sin tolerar que brote en nuestro ánimo el menor atisbo de repugnancia, hostilidad o desprecio. Sólo así se puede comprender.”

“En nuestra profesión hay ocasiones en que conviene que abandonemos apresuradamente el puesto de observación profesional para regresar al patio de butacas, si no queremos perdernos lo mejor del espectáculo. Este libro es, en esencia, una muestra de lo que los médicos sólo podemos ver si nos quitamos durante unos minutos las gafas de los conocimientos técnicos, y miramos al hombre con los ojos humildes y afectuosos de un ser humano como otro cualquiera.”

“La “melancolía” o “depresión endógena” es una dolencia frecuente y curable, pero no por eso menos temible. […] Víctima de la incomprensión y de la mayor de las injusticias. Su enfermedad consiste en la imposibilidad de distraerse, salir, etc. Un filtro maligno se ha instalado en el cerebro cerrando el camino a todo lo grato o consolador y, en cambio, actúa de amplificador de todo lo desagradable o doloroso […]. Desconsuelo infinito, sin un rayo de esperanza en el horizonte. La impresión de que la vida carece de sentido. El deprimido tiene además sentimientos injustificados de indignidad o de culpa, y un pesimismo aplastante que le convence de que todo va a ir cada vez peor. Pierde el deseo de vivir, la muerte se ve como una liberación, la única posible […]. 
La mayoría de los deprimidos lloran durante la consulta, especialmente al notar que, ¡al fin!, se les entiende. Si consiguen dominar las lagrimas, el relato adquiere de todos modos una gran tensión emocional.”

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